Los textos que escribo son como la brisa que sopla unas veces con tanta fuerza que nos despeina y otras es tan leve que ni se siente.
Espero que lleguen a tus ojos y no pierdas la ilusión ni la paciencia.
Dedicado a todas esas modernas Penélope que esperan y esperan, sin casar ni amar jamás, a aquel amor que un buen día se fue a aventurar.
Penélope, la fiel y bella Penélope, esperó y esperó vanamente, en tanto que, el astuto rey Odiseo, su tan esperado amor, gozaba, aventuraba, se divertía y reía sin parar.
Penélope, se negó aun a disfrutar de la vida, pues se dedicó tan sólo a tejer y a esperar y a esperar a que su Odiseo resurgiera nueva vez de entre las siempre oscilantes espumas del mar y, mientras que ella tejía y esperaba y esperaba, no tenía un amor con quien poder disfrutar.
Penélope, esperando fielmente a su Odiseo, vio los mejores años de su vida pasar, así como también, vio languidecer la plenitud de su belleza, de aquella hermosura tan sin par.
Penélope, extravió así su lucidez espiritual y dejó resecar, sin obvia posibilidad de retorno, la sacra divinidad de su savia maternal. Entonces, sí que comprendió que, de ninguna manera, había valido la pena esperar…
http://rodyuricuevas.blogspot.com/2011/11/penelope-y-su-vana-espera.html
ResponderBorrarPENÉLOPE Y SU VANA ESPERA
Dedicado a todas esas modernas Penélope que esperan y esperan, sin
casar ni amar jamás, a aquel amor que un buen día se fue a aventurar.
Penélope, la fiel y bella Penélope, esperó
y esperó vanamente, en tanto que, el astuto
rey Odiseo, su tan esperado amor, gozaba,
aventuraba, se divertía y reía sin parar.
Penélope, se negó aun a disfrutar de la vida,
pues se dedicó tan sólo a tejer y a esperar
y a esperar a que su Odiseo resurgiera nueva vez
de entre las siempre oscilantes espumas del mar
y, mientras que ella tejía y esperaba y esperaba,
no tenía un amor con quien poder disfrutar.
Penélope, esperando fielmente a su Odiseo,
vio los mejores años de su vida pasar,
así como también, vio languidecer la plenitud
de su belleza, de aquella hermosura tan sin par.
Penélope, extravió así su lucidez espiritual
y dejó resecar, sin obvia posibilidad de retorno,
la sacra divinidad de su savia maternal.
Entonces, sí que comprendió que, de ninguna
manera, había valido la pena esperar…
Autor: Rodolfo Cuevas©: 16/11/2011;
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