lunes, julio 08, 2013

La hora de las mareas por Amparo Romero Vásquez



               La Junta Directiva de la Fundación de Poetas Vallecaucanos con el apoyo del Centro Cultural Comfandi, en su programación mensual y celebrando los dieciocho años de la Fundación, han invitado para la presentación del libro “Retazos de tinta y de papel” a la poeta Ana María Gómez Vélez.

                  Empiezo el acercamiento al libro de la poeta tratando de resolver una incógnita que Ana María plantea al inicio de su libro.

                    Será que al emprender el último viaje que entiendo es la muerte en su texto, existirá quien regrese a las preguntas que se dejan plasmadas en las líneas escritas. La muerte se lleva todo y todo lo sepulta, porque está íntimamente ligada al olvido, hay que recordarlo, para no fenecer en el intento de la creación por la creación misma, es decir ¿qué importancia tendría si alguien regresa o no a las páginas que alguna vez se escribieron? Ellas están en el ahora, y como en la hora cero pensaría que es suficiente. 

                    Creo que esa cantidad de escritos que guardamos en las gavetas un día alguien los romperá sin ningún reparo ni remordimiento, no creo en ese posible seguir existiendo, porque lo escrito ya pertenece al sentir del que se acerque a husmear entre los versos lo que pueda ayudarle a sobrevivir en esta selva de cemento, y quizás no importara quien los vivió o los padeció, quien en su locura se salvó de la noche de los hombres, en una escritura que muy seguramente le permitió al poeta,  asumir un territorio desencantado, como lo es en tantas ocasiones, la tierra, el aire que se respira.

                       A los poetas nos tragará el mar con todo y si alguien se salvara de esa arena múltiple, la unidad misma que es el universo, ese puerto luminoso, sería el inicio de otro lenguaje que permanecería en su centro con las connotaciones de aquellos que han alcanzado con el paso del tiempo y de los años, el consagrarse.

                    Ese es el misterio poeta Ana María, escribir el poema, lo inhóspito, la expiación. Vivimos sumergidos en un alfabeto que enlaza los dedos y las manos, nos enreda los tobillos, sosiega y espanta, misterio que hace más fácil trasgredir esa diferencia, no esperar nada que no sea cintas que atan a los patios, miradas de devuelven infancias rotas y proseguir esa búsqueda paralela e incesante del aire enrarecido y el aliento del alba.

                        Vive el poeta su saciedad, su errancia, el maravillarse o su hartura con la existencia, con el mismo dolor de ahora y de antes. Nadie acudirá a salvar los barcos de papel, los círculos que azoran.

                     De incendio en incendio los poetas vuelven polvo sus castillos, costumbre la del hombre, destruir lo que ama. Se teje y se desteje en esta instancia de lo que no llega, el amor colgado al cuello, a la cintura como un cilicio. Amores que se enredan, se zurcen, y exigen, se izan a los cuerpos y son velámenes que se lanzan al abismo. La existencia: trajinar las calles, asociar la luna con el que sueña y calla, con la hora de las mareas, con la claridad de una puerta, de una ciudad, con aquella voz que se oye en un bar.

                           Los libros de poemas tan amados por quienes los escriben, proscritos por quienes guardan en sus bocas, lenguas de ceniza, los que apolilla el olvido en las librerías, debajo de las camas, sin embargo escritos por tantos, defendidos por quienes se ungen en ellos, reiterados sublimizan la especie humana, la transforman en greda y el poema levita, asume el papel de quien salva, de quien con el rigor de la sal, sana la herida.

                           Poeta Ana María su libro Retazos de tinta y de papel contiene la esencia que la hace, porque el poeta es el poema, no hay variantes ni otra alternativa, asume su verdad, el mundo que ve y siente por el ojo de la cerradura, el lugar más oculto, el ritmo cambiante y obsesivo del amor y los gestos.

                         Adentrarse visceral y ambiguo, cerrado como una trampa, es el compromiso tácito del poeta con él mismo y con el mundo.

                      Sea sobre todas las cosas: la poesía, el poema, el poeta, esa trinidad cósmica, capaz de esa transición que se hace visible en la escritura misma, que es el desciframiento, esa radiante felicidad que es el lenguaje y el símbolo. Así transformado el laberinto, quedan la esfera, el texto, el dominio, la salvación posible en un mundo en el cual el instante no puede detenerse y todo parece precipitarse hacia la nada.

Amparo Romero Vásquez
Santiago de Cali,

verano de 2013


1 comentario:

  1. CAN�T TAKE MY EYES OFF YOU (Frank Valli)

    (Chorus 1)
    You�re just too good to be true
    Can�t take my eyes off you
    You�d be like heaven to touch
    I wanna hold you so much
    At long last love has arrived
    And I thank God I�m alive
    You�re just too good to be true
    Can�t take my eyes off you

    Furdon the way that I stare
    There�s nothing else to compare
    The sight of you leaves me weak
    There are no words left to speak
    But if you feel like I feel
    Please let me know that it�s real
    You�re just too good to be true
    Can�t take my eyes off you

    (Chorus 2)
    I love you baby
    And if it�s quite all right
    I need you baby
    To warm my lonely night I love you baby
    Trust in me when I say
    Oh, pretty baby
    Don�t bring me down I pray oh, pretty baby
    Now that I found you, stay and let me love you
    Baby let me love you...

    (Repeat Chorus 1)

    (Repeat Chorus 2)

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Penélope